Encuestadas cerca de 1.000 personas sobre sus hábitos de lectura
del etiquetado de alimentos
Solo uno de cada dos encuestados lee siempre el etiquetado de los productos.
El 94% cree que se utilizan términos excesivamente complejos y el 86%
opina que debería modificarse
Ir a la compra no siempre es fácil. Las prisas, la
búsqueda de los precios más competitivos, la pereza que a muchos le suscita el
acto en sí... Todo ello provoca que en demasiadas ocasiones no prestemos toda
la atención que merece esta actividad. Con frecuencia no somos conscientes de
lo que compramos ya que solemos saltarnos leer el etiquetado nutricional de los
productos. Se trata del principal medio de comunicación entre productor o
distribuidor y consumidor, así como una herramienta clave para realizar elecciones
debidamente informadas. Sin embargo, pese a que las etiquetas de los alimentos
aportan datos muy útiles, no siempre reciben toda la atención que merecen. Por
este motivo, EROSKI CONSUMER ha querido saber si los consumidores atienden
realmente al etiquetado de los productos, si conocen y saben interpretar su
significado y si lo consideran útil.
Para ello, la revista entrevistó durante
el mes de agosto a cerca de 1.000 personas mayores de edad, todas ellas
procedentes de las 17 comunidades autónomas. Como conclusión, solo una de cada
dos personas encuestadas lee siempre el etiquetado de los productos que
adquiere y de ellos, apenas la mitad entiende con frecuencia la información
declarada. Es más, aunque un 78% lo consideran una herramienta útil, solo a la
mitad le influye siempre en la compra. Puede que esto se deba a que el 94% de
los encuestados cree que se utilizan términos excesivamente complejos y el 86%
considera que en el etiquetado deberían realizarse modificaciones.
Leer la etiqueta: no es
un hábito para todos
La función del etiquetado en los alimentos
es la de informar sobre lo que contiene un producto y su existencia responde a
uno de los derechos básicos del consumidor: "la información correcta sobre
los diferentes productos o servicios y la educación y divulgación, para
facilitar el conocimiento sobre su adecuado uso, consumo o disfrute",
según el artículo 2.1.d de la Ley General 26/1984 para la Defensa de los
Consumidores y Usuarios.
Aun así, pese a disfrutar de este derecho,
¿el consumidor final lee la información que se le ofrece en cada producto? En
la encuesta realizada por EROSKI CONSUMER, una de cada dos personas
entrevistadas dijeron hacerlo siempre, pero otro 45% confirmó que solo a veces
y un 5%, nunca. Por provincias, todos los encuestados manchegos, valencianos y
riojanos aseguraron leer la etiqueta frente a uno de cada diez gallegos,
cántabros y castellanoleoneses entrevistados que aseguraron no hacerlo nunca.
No hay diferencias apreciables por sexo, pero sí por edad. Entre quienes
confirman esa lectura, son los más jóvenes de entre 18 y 34 años quienes lo
hacen siempre en mayor proporción, un 58% de ellos. Por su parte, el 47% de los
mayores de 55 años examinan las etiquetas solo a veces.
La fecha de caducidad,
lo que más se lee
Casi la mayoria de los encuestados (93%)
que afirman fijarse en el etiquetado lee siempre la fecha de envasado y
caducidad o consumo preferente, otro 81% también dice prestar atención a la
información nutricional y un 72% pone sus ojos en la lista de ingredientes y
alérgenos.
Tanto por edad como por sexo y
procedencia, el dato en el que se fijan los encuestados en mayor proporción es
la fecha de envasado y caducidad o consumo preferente (el 93% de ellos) y en
menor proporción al nombre o razón social y dirección del fabricante (el 31%).
Aun así, se produjeron algunas excepciones. Los jóvenes de entre 18 a 34 años
se fijan en mayor medida en la información nutricional (el 90% de ellos), al
igual que los asturianos encuestados (el 96%). Los cántabros y gallegos
entrevistados, por su parte, atienden más a la lista de ingredientes y
alérgenos (el 93% y el 85% de los encuestados allí respectivamente)
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