lunes, 7 de enero de 2013

ELABORACIÓN DE CHORIZO

Los alumnos de segundo curso del C.F.G.S. "Procesos y Calidad en la Industria Alimentaria" elaboraron en el mes de Diciembre chorizo, el proceso de elaboración se detalla a continuación:

Ingredientes de la receta


Troceado de la carne


Lavado de las tripas

Picado de la carne


Amasado de la carne con el resto de ingredientes

Llenado de la embutidora

Atado de las tripas

Proceso de embutido en las tripas


Atado de las tripas

domingo, 6 de enero de 2013

AUMENTO DE LA VIDA ÚTIL DEL PAN


Científicos en EE UU prolongan la vida útil del pan hasta 60 días
Una compañía estadounidense quiere potenciar la pasteurización fría de este producto, un método que retrasa la formación de moho y mantiene su frescura
Por Carolina García.

Desechar comida es uno de los principales problemas en el mundo y, sobre todo, en los países desarrollados. En Estados Unidos, por ejemplo, estadísticas recientes sugieren que las familias tiran a la basura un 40 % de los alimentos que compran, según el Consejo Nacional de Recursos Naturales. Esto representa más de 165.000 millones de dólares (127.000 millones de euros) malgastados anualmente, añade este organismo. Uno de los productos que con más frecuencia se desecha es el pan, ya que en poco tiempo, unos 10 días, desarrolla moho y hace menos saludable su ingesta. Investigadores de una compañía asentada en Texas aseguran que pueden mantener la frescura del pan hasta unos 60 días.
“El enfoque novedoso y único es una combinación de efectos térmicos que permiten destruir las bacterias a temperaturas muy bajas, creando así lo que se llama la pasteurización en frío de los alimentos frescos y eliminando los patógenos mortales que causan enfermedades”, explican fuentes de la compañía, MicroZap.
La empresa, dedicada a la ingeniería alimentaría durante la última década en Estados Unidos, comenzó sus investigaciones con el fin de eliminar la salmonella de los huevos, de forma que esta bacteria no afectara a la calidad de los mismos ni a su frescura. Una vez conseguido este objetivo, tratar el pan fue el siguiente paso, de manera que se pudiera retrasar la formación de moho en este alimento, consiguiendo en laboratorio una vida útil de dos meses en las mismas condiciones de calidad y frescura que el recién horneado.
El proceso de irradiación radica en exponer el producto a la acción de radiaciones ionizantes proporcionales a la cantidad de energía que se desea que absorba el alimento. Es un proceso único, que consiste en radiar un impulso potente con múltiples fuentes de microondas que crean una señal con una densidad específica que permite que el producto sea pasteurizado sin dañar ni alterar su calidad, explica la compañía. Aunque en la actualidad está pendiente de ser patentado, tanto la investigación como las pruebas comerciales llevadas a cabo han sido favorables.
Científicos de MicroZap aseguran que, incluso, este sistema podría sustituir a los conservantes químicos que se usan en la actualidad en muchas fábricas, “y, seguramente, la radiación de microondas sería más saludable”, han afirmado. Aunque similar al horno doméstico, la técnica realizada en laboratorio se gestiona de forma más hermética, por lo que el pan queda libre de cambios de temperatura que puedan dañar el proceso. Este método es mucho más caro que el casero y por ahora solo sería viable en fábricas grandes con altos ingresos.
Aparte del factor económico, uno de los problemas potenciales del uso de esta técnica en un producto como el pan, “sería convencer a los usuarios de que el alimento está en buenas condiciones”, han concluido. MicroZap también ha conseguido buenos resultados con otros alimentos, como la carne picada de pavo. Aunque ha fracasado, por ejemplo, en el tratamiento de frutas, como los melones.
Esta empresa ya ha comercializado esta tecnología para lavadoras y secadoras y ha demostrado una reducción del 99,9 % de la MRSA (siglas en inglés del Estafilococo áureo, resistente a la meticilina). Esta bacteria ha ido desarrollando resistencias a varios antibióticos. Primero a la penicilina, en 1947, y luego a la meticilina. Esta última cepa fue descubierta originalmente en el Reino Unido en 1961 y en la actualidad está muy propagada en EE. UU.
Este método científico ya ha erradicado la MRSA tanto en hospitales como en clínicas y hogares del país, eliminándola de sábanas y toallas de algodón. Pruebas realizadas en laboratorio han mostrado que las lavadoras y secadoras normales están contaminadas, incluyendo el agua residual que se vierte al sistema público de aguas tras el lavado. El Centro de Prevención y Control de Enfermedades de EE. UU. alertó que el lavado de ropa normal no elimina dicha bacteria y, es más, la propaga. En definitiva, se trata de una empresa que trabaja para conseguir “una alimentación más sana, libre de salmonella, Escherichia coli, MRSA y moho”, concluyen desde MicroZap.

(Artículo publicado en El País el 3 de diciembre de 2012)

LOS ALIMENTOS DE CUARTA GAMA


Los alimentos de cuarta gama: de la bolsa a la boca.

por José Antonio Barrionuevo, alumno de 2º curso del
CFGS de Procesos y Calidad en la Industria Alimentaria.
IES “Aguilar y Cano” de Estepa (Sevilla).

Paralelamente a los numerosos cambios que en las últimas décadas han tenido lugar en nuestros tradicionales hábitos alimentarios, se ha producido un espectacular auge de ciertos alimentos fáciles de preparar, y de una manera muy rápida, que en el mundo anglosajón han terminado por denominarse alimentos ready to eat, ready to cook, o lo que es lo mismo, “listos para comer, listos para cocinar”.
Entre los variados factores que han terminado por influir de manera notable en esos cambios aludidos destacan, por mérito propio, la mayor valoración que le hemos dado a nuestro tiempo de ocio, la progresiva incorporación de la mujer al mercado laboral, unos nuevos y diferentes modos de hacer la compra (con una cierta predilección por el autoservicio), una creciente preocupación por alimentarnos de forma más saludable (con un creciente consumo de alimentos sanos y frescos) y, también, por qué no, una ansiada búsqueda de una mayor calidad alimentaria (donde tiene mucho que ver la trazabilidad de los productos que adquirimos).
A esos nuevos hábitos de alimentación adquiridos podemos, asimismo, sumar los novedosos modelos familiares que han surgido en los últimos tiempos, con un cada vez mayor número de hogares constituidos por un cada vez menor número de miembros, pero con cierta capacidad de consumo, y con unas estructuras familiares bien diferentes a las tradicionalmente conocidas, donde sobresalen con nombre propio los singles o solteros, los dinks o parejas sin hijos, pero con un medio-alto poder adquisitivo, y las ya más conocidas familias de tipo monoparental, fruto de separaciones y divorcios.
Ante estas circunstancias tan variopintas, la industria alimentaria, siempre al tanto de dar respuesta a las expectativas y necesidades del moderno consumidor y a sus nuevas actitudes, comenzó hace una treintena de años a diversificar sus productos haciendo que llegasen a los establecimientos comerciales, fundamentalmente supermercados y grandes superficies, hortalizas, verduras frescas y frutas, limpias, troceadas, lavadas, envasadas y listas para su cocinado, en su caso, o para un consumo directo en forma de ensalada.
Son estos unos alimentos frescos que aúnan a ese factor clave de comodidad la duración aceptable que presentan y una calidad sensorial más que satisfactoria. Para mantener de forma adecuada tales cualidades organolépticas (sabor, olor, textura, color, etc.), junto a unas correctas garantías sanitarias y nutricionales, estos alimentos frescos, que han sido catalogados como alimentos o productos de cuarta gama (también de IV gama), con caducidad de unos siete días, exigen un estricto respeto de la cadena de frío (entre 1 y 4 ºC) desde el mismo momento de su recolección y procesado hasta el momento de ser consumidos. Son productos, como ya hemos dejado constancia, principalmente vegetales que, una vez han sido cortados, lavados y preparados de manera adecuada, suelen envasarse bien al vacío, bien en atmósfera modificada, estando listos para su consumo en cualquier momento o lugar. El inconveniente de estos alimentos es que, una vez salen de las plantas industriales de procesado, tienen que conservarse a temperaturas de refrigeración (entre 3 y 4 ºC como margen térmico más recomendable) hasta que se produzca su consumo.
Entre los productos más habituales que ya nos podemos encontrar como cuarta gama están las lechugas, de diferentes tipos, las acelgas, las espinacas, la zanahoria rallada, los brotes tiernos, los canónigos, la rúcula, o mezclas de los anteriores, entre una cada vez mayor oferta a la que ya se unen frutas variadas como sandía, melón, fresas o piña en su jugo natural. Referir que la tecnología de envasado empleada, bien en bolsas flexibles, bien en tarrinas y bandejas, que se les aplica puede ser o al vacío o en atmósfera modificada, dos sistemas de protección alimentaria donde la extracción total del aire del envase, en caso del vacío, o en la combinación de mezclas de gases variados como dióxido de carbono (CO2), nitrógeno (N2) y oxígeno (O2), en la atmósfera modificada, retrasan los naturales procesos de maduración de los productos frescos, prolongando algo más la vida útil de unos alimentos, por regla general, muy perecederos.
Nadie puede negar el hecho de que, poco a poco, nos hemos familiarizado con este nuevo formato de presentar frutas, verduras y hortalizas, bien diferente del que conocieron nuestros padres y abuelos. No obstante, es necesario precisar que su presencia en comercios que no sean híper o supermercados, o en la mayoría de los hogares, sigue siendo poco relevante aunque con cierta tendencia de crecimiento continuo. Todavía, y a pesar de esa expansión, sin prisas pero tampoco sin pausas, los alimentos de cuarta gama -que fueron introducidos en España a finales de los años ochenta, siendo Navarra donde se instaló la primera fábrica de procesado de estos productos-, siguen teniendo un minoritario consumo. Con diez años de retraso con respecto a otros países de nuestro entorno, algo a lo que estamos muy acostumbrados, últimamente estos productos son cada vez más apreciados como consecuencia de la falta de tiempo que caracteriza nuestro modo de vida actual, muy especialmente por la reducción de las horas que dedicamos a cocinar y a que es muy frecuente, por motivos laborales, comer fuera de casa.
Los alimentos de cuarta gama resultan algo más caros que sus “antecesores”, es decir, las hortalizas y verduras no manipuladas vendidas a granel, las de toda la vida (definidas hoy como “alimentos de primera gama”), pero su verdadero pro lo podemos situar en que su consumo tiene un efecto nutricional muy positivo ya que ha provocado ciertos cambios, para mejor, en los hábitos alimentarios de aquellas personas que por motivos de tiempo, o simplemente por comodidad, apenas consumían verduras, hortalizas o frutas frescas.
Esa mezcla de comodidad y alimentación sana, entre otras muchas virtudes, quizá sea el mayor atractivo de unos productos alimenticios cuyo origen está, precisamente, en esa búsqueda ansiada de vivir más y mejor en que nos encontramos inmersos.