José Antonio Barrionuevo,
Técnico Superior en Procesos y Calidad en la Industria Alimentaria
Ni que decir
tiene que los productos congelados son, hoy por hoy, una parte destacada y
fundamental de la alimentación del ser humano. Como suele ser habitual, en
torno a aquellas cosas que nos resultan importantes suelen generarse numerosas
falsas creencias, mitos sin fundamento alguno que nos hacen pensar más de lo
necesario sobre qué es lo adecuado o no de esas mismas cosas de importancia.
Es lo que sucede
con los alimentos congelados que han
sido etiquetados con determinado mitos, algunos de los cuales se sustentan en
una base real, si bien la mayoría son simple y llanamente leyendas urbanas,
falsas de toda falsedad.
En este artículo
intentaremos desmitificar cuatro de esas leyendas, quizá las más populares, con
la finalidad de hacer ver que los congelados nada tienen que ver con esas
creencias sin justificación.
Leyenda urbana
número 1.
“Los congelados alimentan menos que los productos
frescos”.
Que los
productos que han sido congelados no poseen las mismas cualidades que aquellos
que son frescos, no es verdad en absoluto.
Para rebatir
esta falsa teoría podemos fundamentarnos en que la congelación industrial
permite mantener y preservar el valor nutricional completo así como la frescura
y sabor de los alimentos. A veces, incluso, llegan a ser más nutritivos que los
propios alimentos frescos.
La base
científica para tal afirmación radica en que, generalmente, un producto fresco
es congelado casi de inmediato, prácticamente tras su recolección o tras su
proceso de elaboración. Por ello, se puede afirmar sin riesgo a equivocarnos que
los congelados sí mantienen las mismas propiedades nutricionales y las mismas
características alimenticias que los alimentos frescos. El motivo: a -18º
C, los alimentos se conservan perfectamente, preservando todas sus cualidades
como producto alimenticio y, por ello, su calidad íntegra ya que no sufren
alteraciones en su morfología.
Leyenda urbana
número 2.
“Los productos congelados usan conservantes y
sustancias añadidas artificialmente”.
Otra idea muy
extendida sobre los alimentos congelados, que sin fundamento circula con cierta
libertad, es aquella que piensa que la industria alimentaria añade durante el
proceso de congelación determinadas sustancias artificiales para que ayuden a
la conservación del producto antes de su comercialización. ¿Debemos creernos,
pues, este mito infundamentado?
Hace miles de
años, el ser humano descubrió, posiblemente de manera empírica, es decir, como
fruto de su experiencia y de la práctica durante décadas, que el hielo impedía
la degradación y el deterioro de los alimentos, comenzando a usarlo con el claro
objetivo de conservar los productos de los que se nutría.
El proceso de
congelación básicamente consiste en convertir el agua que los alimentos
contienen de forma natural en su interior en hielo. De ahí que podamos considerar
la congelación como un método completamente natural y saludable ya que mantiene
y asegura, o preserva, la frescura y características generales de los alimentos
durante un mayor periodo de tiempo, alargando por tanto la vida útil del
producto, sin necesidad de que se tengan que añadir conservantes de ningún tipo
para conseguir esa mayor durabilidad.
La
explicación, muy clara, es la siguiente: ¿para qué se va a añadir ninguna
sustancia conservadora si el frío es el mejor conservante que se conoce? Gracias
a las bajas temperaturas, siempre por debajo de 0º C, punto de congelación para
el agua, los productos que son congelados mantienen sus cualidades y aspecto en
perfecto estado, como si por ellos no pasara el tiempo, como si hubiesen
recibido un tratamiento antiaging, de
antienvejecimiento.
Leyenda urbana
número 3.
“Los congelados pueden ser almacenados sin límite
temporal alguno”.
Muchas
personas tienen la falsa creencia de que los alimentos congelados duran para
siempre, como si fueran eternos, lo que no deja de ser o un despropósito o una
inocente exageración. Por ello, en los envases de los alimentos congelados, en
todos sin excepción alguna, aparece siempre indicada la fecha de caducidad del
producto. De una forma muy genérica y tras haber realizado los oportunos y
previos estudios científicos, los alimentos sometidos a proceso de congelación
pueden permanecer en un congelador doméstico, sin sufrir alteración alguna, durante
un margen temporal que se sitúa entre los 3 y los 12 meses.
Podemos, en
resumen, garantizar que, si seguimos adecuadamente las indicaciones de los
fabricantes, la completa inocuidad del alimento congelado. Pero ello no nos
sirve para considerar dicho alimento como eterno. Si así fuera, nuestros
congeladores se convertirían en una especie de museos alimentarios que conservarían
sine die los alimentos congelados en
su interior.
Leyenda urbana
número 4.
“Todos los alimentos congelados se descongelan de la
misma forma”.
Acudimos nuevamente
a los envases del producto. En ellos, la industria productora nos indica cómo
debemos consumir el producto adquirido. Observando diferentes productos seremos
capaces de descubrir que no todos se descongelan del mismo modo. Así, a título
de ejemplo, algunos ni siquiera necesitan descongelarse previamente, pudiendo
ser cocinados de manera directa, nada más sacarlos del congelador. Es decir,
sabemos, por tanto, que existen diversas formas de descongelar un producto,
dependiendo de la tipología de este. Solamente tenemos que saber cómo proceder
ante él, una información clave que nos suele facilitar la propia industria de
proceso y que aparece, por norma general, en el envase.
Hemos
descubierto, o al menos esa ha sido la intención, aunque de una manera muy
rápida, cómo existen determinadas leyendas urbanas en relación con los
productos sometidos a congelación que muchas veces nos suelen dejar helados, si
no congelados. Esperamos, ese es nuestro deseo, que este artículo haya
conseguido, en parte, derretir tales falsas creencias.
Fuente: Nestlé TV
Buen artículo que alumbra nuestra ignorancia sobre un tema que nos toca muy de cerca. Sin ser experto en la materia, siempre pensé que es mejor un buen producto congelado que un mal producto fresco.
ResponderEliminar¡Gracias José Antonio Barrionuevo!
Gracias a ti, amigo Víctor. Mi intención con el artículo era aportar algo de luz al tema de los congelados y desmitificar algunas falsas creencias que existen a este respecto. Y, efectivamente, como bien dices, siempre es mejor un buen alimento, aunque este sea congelado, que un alimento fresco de dudosa calidad y poco recomendable su consumo.
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