jueves, 4 de abril de 2013

ACLARANDO CONCEPTOS

Alimentario o alimenticio, ¿significan lo mismo?

Por José Antonio Barrionuevo, alumno de 2º curso del
CFGS de Procesos y Calidad en la Industria Alimentaria y
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla.

El término sinónimo hace referencia a aquellos vocablos o expresiones lingüísticas que tienen una misma o muy parecida significación. Es el caso de las palabras, a modo de ejemplo, compañero y amigo. De hecho, sinónimo es, podríamos así decirlo, sinónimo a su vez de palabras como igual, semejante, analógico, equivalente, paralelo, parecido, homólogo y algunas más, si bien en ciertos casos las fronteras entre unas y otras son o muy finas o, por el contrario, muy densas.
Pero, ¿a qué viene que en un blog relacionado con la industria de la alimentación, de sus procesos y de su calidad, hablemos de términos lingüísticos? Permitidme que me tome esta licencia y que mi vena de filólogo se asome a este artículo ya que el objeto de este no es otro que dejar meridianamente claro que los vocablos alimentario y alimenticio, que son usados frecuentemente como voces sinónimas, no son tales, y que sus significados difieren lo suficiente para que no puedan ser empleados de forma análoga o indistinta.
Pero en primer lugar, definamos qué es un alimento. Según nos lo aclara el Código Alimentario Español (en sus siglas habituales, C.A.E.), norma española que tiene por finalidad concretar y definir todo aquello que deba ser entendido como alimentos, entre otros conceptos, estos quedan reservados a todas aquellas sustancias o productos, sean de la naturaleza que sean, ya sólidos, ya líquidos, naturales o transformados, que poseen unas determinadas características, unas concretas aplicaciones, ciertos componentes, formas de preparación y estado de conservación, que los hagan susceptibles de ser habitualmente, y de una manera idónea, usados para la normal nutrición del ser humano, bien como productos fruitivos (es decir, placenteros o gozosos), bien como productos dietéticos, formando parte de la dieta de alimentación humana. En esta ambivalencia pudiera estar la génesis de la extraña confusión de que el término alimento sirva para referirse tanto a la carne o al pescado, incluyendo sus numerosos derivados, como al agua, a la goma de mascar o, incluso, al tabaco, considerando a este último, aunque nos pueda parecer extraño, como un “alimento estimulante” (capítulo XXV, sección octava, del C.A.E., dedicado a los alimentos estimulantes y derivados, junto a otros productos como café, té o cacao; pero ¡ojo!, que esto no quita que fumarlo sea perjudicial para la salud, que algunos han visto durante un momento el cielo abierto).
Dentro del amplísimo campo semántico del concepto alimento (de nuevo me sale la vena filológica) podemos englobar términos, estos sí sinónimos, como comida, comestible, manjar, sustento, vianda, colación, refrigerio, bocado, piscolabis, condumio, tentempié, pitanza, plato, puchero, ración, manduca, incluyendo el término bíblico maná. Tal es la riqueza léxica de nuestro idioma que con tan extensa gama de voces no nos debiera parecer anormal que para el concepto alimento utilicemos como sinónimos o producto alimentario o producto alimenticio, algo que tendríamos que considerar como error de cierta gravedad. De hecho, tan sólo el sintagma nominal producto alimenticio alude a alimento como artículo de consumo, algo que se puede comer o consumir. Por su parte, el concepto producto alimentario, tal y como es entendido por el ya referido C.A.E., se refiere a todas aquellas materias no nocivas que, sin poseer valor nutritivo, puedan ser utilizadas para la alimentación humana o animal. Esta distinción nos permite que, en una interpretación muy amplia, en ese último concepto de producto alimentario podamos incluir a los aditivos y a los desinfectantes, y también a los envases, a los embalajes o, incluso, a la maquinaria de procesado, a los vehículos de transporte o a los utensilios empleados en las industrias o en los establecimientos alimentarios. En tal sentido, en la definición de producto alimentario tiene cabida todo aquello que el Código Alimentario Español entiende por útiles o utensilios alimentarios, caso de los vehículos de transporte, las máquinas, los utillajes, los recipientes, los envases, los embalajes, las etiquetas y los precintos utilizados en los procesos de elaboración, conservación, transporte, rotulación, precintado y exposición de los alimentos o de los productos alimenticios, ya sean industriales, ya de uso y consumo domésticos.
Llegados a este punto, parecería oportuno que nos acercásemos a los orígenes etimológicos de las palabras que nos atañen. Ambas, como es presumible suponer, proceden del vocablo alimento que procede a su vez del término latino alimentum, que a su vez deriva del verbo también latino alĕre, cuyo significado es “alimentar”. Esta palabra ha llegado hasta nuestros días, tal y como nos la define la Real Academia Española (R.A.E.), con dos significados, el de “conjunto de cosas que el hombre y los animales comen o beben para subsistir” (lo de hombre nos parece políticamente incorrecto; es mejor emplear el concepto “ser humano” por cuanto incluye tanto al hombre como a la mujer) y, también, el de “cada una de las sustancias que un ser vivo toma o recibe para su nutrición”.
De esta palabra deriva el adjetivo alimentario, ria (con origen en el vocablo latino alimentarĭus) que también posee dos acepciones o significados; una, la de “perteneciente o relativo a la alimentación”, como cuando se dice “industria alimentaria”, y otra, la de “propio de la alimentación”. Con este adjetivo se forman unidades sintagmáticas como “cadena alimentaria”, es decir, la “sucesión de relaciones entre los organismos vivos que se nutren unos de otros en un orden determinado”. Este adjetivo está formado gracias al sufijo –ario, ria (con origen latino, -arĭus), que indica, entre otras cosas, una relación con el sustantivo del que deriva. Ejemplos de ello podrían ser los vocablos bancario, embrionario, estatutario.
La otra palabra que también nos ocupa, y que igualmente procede de alimento, es el adjetivo alimenticio, cia. En esta ocasión, la R.A.E. nos la define asimismo con dos acepciones concretas: “que alimenta o tiene la propiedad de alimentar” y “perteneciente o relativo a los alimentos o a la alimentación”. Fruto de su empleo obtenemos algunos sintagmas tan significativos que tienen entrada propia en el Diccionario de la Lengua Española. Es el caso de “bolo alimenticio” (“alimento masticado e insalivado que de una vez se deglute”) o el de “pensión alimenticia” (aplicada en derecho para definir la “prestación debida entre parientes próximos cuando quien la recibe no tiene la posibilidad de subvenir a sus necesidades”, que así dicho parece algo muy complicado de entender pero que simplemente se trata de que alguien ayude, por propia voluntad u obligado por sentencia judicial, a un familiar). Como sucedía con alimentario, alimenticio parte de una raíz léxica muy concreta, aliment-, a la que se le ha añadido el sufijo -icio, cia (procedente del latín, -itĭus o -icĭus), que suele aparecer en aquellos adjetivos a los que se les quiere dar un sentido de “perteneciente a” o “relacionado con”. Ejemplos, además del susodicho alimenticio, pueden ser cardenalicio o catedralicio.
Y todo este largo camino que hemos recorrido, simplemente para que cuando oigamos o tengamos que escribir alimentario o alimenticio sepamos que no significan lo mismo, que existen diferencias entre ambos, aunque los dos vocablos sean adjetivos. Podríamos haber resumido mucho más para llegar al mismo punto pero posiblemente no hubiese quedado igual de claro y tampoco hubiésemos aprendido cosas nuevas, aunque estas sean sobre el lenguaje, que al final pueden terminar enriqueciéndonos.
El objetivo de este artículo ya quedó patente al inicio del mismo por lo que espero que, ahora que está concluyendo, pueda decir con cierto orgullo aquello de “objetivo cumplido”. Y para asentar lo aprendido (o aprehendido, verbos que son sinónimos), dos frases clarificadoras en una sola: Mientras que la producción es alimentaria, el producto siempre es alimenticio.
 

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